Por Javiera Baeza.- En el escenario actual, en donde las cosas están complicadas para muchos chilenos, todavía hay gente dispuesta a ayudar. “El pueblo ayuda al pueblo”, se ha hecho muy común últimamente, en donde las ollas comunes han estado presentes con el fin de darles de comer a las personas que no tienen.
“Hoy está llegando más gente que nunca, es increíble”, dice Doris para sus adentros al darse que cuenta de la cantidad de personas que están necesitando ayuda y que están en una situación crítica debido a la pandemia.
Doris Yáñez , se ha dedicado a la cocina gran parte de su vida; siempre ha estado acostumbrada a hacer almuerzos y comidas para un público grande, debido a que la contratan para cocinar en eventos y fiestas masivas. También se encargaba hace unos años de llevar el almuerzo a una gran cantidad de niños en el colegio en el que iban sus hijas.
-Disfruto mucho de esta actividad y si puedo realizarla para ayudar, mucho mejor- dice ella, mientras está sirviendo los platos de manera rápida y un poco nerviosa.
En esta ocasión es ella quién se está encargando de preparar los alimentos en grandes cantidades para entregar a aquellos que en estos tiempos de crisis lo están necesitando. Llegan familias enteras, a veces, y también, quienes perdieron sus trabajos.
Hay un montón de personas protagonistas de esta iniciativa dando vueltas por el comedor. Mientras unos se encargan de servir los platos, otros están intentando ordenar a la gente que llega y así… Los individuos que están presentes con el fin de poder alimentarse son muchos, y cada vez están llegando más.
Jóvenes, niños, adultos mayores y mujeres embarazadas están en aquel lugar, esperando que llegue su turno de recibir la comida. Muchos de estos se encuentran con pena, pero se nota a kilómetros lo agradecidos que están.
-Es realmente triste ver cómo muchas de estas personas vivían del día a día, y que por el escenario en el que nos encontramos hayan tenido que paralizar su comercio y se vean en esta situación, dice Miriam Cisternas, una de las coordinadoras de esta olla común.
Miriam es parte de un comedor solidario que entrega alimentos a individuos en situación de calle, alcohólicos, drogadictos, adultos mayores y a quien lo necesita. Esta ayuda funciona todos los días del año y ahora por la pandemia, se organizó junto a su grupo para entregar comida a la gente que está complicada por la contingencia.
Apenas entro a aquel lugar el olor a comida me invade por completo. Doris siempre ha sido excelente para la cocina, y ahora eso no es distinto. Me impresiona la paciencia con la que esperan las personas, tomando su distancia y con todas las medidas de seguridad que se piden para evitar así contagiarse de Covid-19.
Aquel día fui a dejar unos paquetes de fideos, arroz, entre otras cosas. Es la única ayuda que piden para que se pueda seguir llevando a cabo esta olla común. Quien quiera ir a ayudar en la cocina es bienvenido, pero se trata de evitar esto, para que así no se forme tanta aglomeración y no sea peligroso.
Al salir del lugar, me fui al auto en donde me encontré con José, un caballero que ayuda a estacionarlos, y que viene de forma recurrente a recibir alimento.
-Estas personas me han ayudado mucho, o si no probablemente quizás hace cuánto no comería algo digno- comenta José, con nostalgia y una pizca de diversión en su voz.
La gente al recibir su comida, se retira agradecida con aquellos que organizaron estas ollas comunes con el fin de tenderles una mano. Debido a las circunstancias es complicado que pasen a sentarse o que puedan comer ahí, como lo hacen habitualmente en este comedor libre. Las familias se retiran contentas, aquellas que quizás volverán al día siguiente y serán igual de bienvenidas, como los días anteriores.
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