\ Escrito el 22/05/2019 \ por \ en Artículos, Destacados \ con 2183 Visitas

Desconfianza y miedo: El lado B de Uber

Por Valeria Rubio.- Eran cerca de las 6 de la mañana en el centro de Valparaíso y pedí un chofer. Cuando este llegó, un hombre joven bajó la ventana del copiloto y dijo mi nombre. No me atreví a subir. La persona en mi pantalla no era la misma que tenía enfrente. ¿Con quién estoy hablando, puedo confiar en lo que me dice la aplicación? Con esta experiencia, me empecé a preguntar si es cierto que no todo lo que brilla es oro.

Cada día cientos de conductores circulan por Chile, pero no todos lo hacen legalmente, sino que través de la suplantación de identidad. Es así como decidí poner a prueba la vulnerabilidad de la aplicación, mediante conversaciones con con vendedores de cuentas en Facebook para demostrar lo fácil que es ser socio de la empresa. Para esto, cambié mi nombre a Rosa Cuevas e ingresé a la red social.

Navegando con otra identidad

Uber surgió en 2014 y a la fecha ya se encuentra en 80 países alrededor del mundo, siendo Chile uno de ellos. Son 75 mil socios conductores los que circulan por las calles de nuestro país, pero nadie sabe ciertamente cuántos de ellos son quienes dicen ser, es decir, si la persona en la foto es la misma que conduce.

Son las 20:02 de la noche y estoy frente a la pantalla de mi computador. Hago clic en un usuario y le escribo «¿a cuánto están?». «Salen 30 (mil pesos)», responde y recalca que están activas, o sea, que han sido creadas (con la identidad de otra persona) para que el comprador pueda utilizarla inmediatamente. Le pregunto si es seguro este método y me envía tres capturas de pantalla de una cuenta activa, para convencerme. Unos momentos después le consulto qué papeles se necesita y me dice que solo el permiso de circulación de mi auto y el depósito del dinero. Así de sencillo. Entonces me pregunto, ¿cuántas personas comparten sus datos en línea sin saber quién está detrás de la pantalla?
Ahora Noticias hizo un reportaje acerca de esto, en el cual presentó a dos personas que querían trabajar como conductores, pero en el momento en que quisieron registrarse, no pudieron. Ya aparecían en el sistema como socios con varios viajes realizados. Al igual que ellos, muchos deben ser los afectados.

Sin límites

Entre algunos de los requisitos que Uber pide para ser socio conductor es presentar un certificado de antecedentes, paso que es evadido por los compradores online. Así que me pregunto, ¿es esa la razón por la que no lo hacen legalmente?

De vuelta a mi computador, quiero saber hasta dónde él está dispuesto a llegar, así que le pregunto si no habrá problema con la foto que se pone en la aplicación, a lo que me contesta con un tajante no. Agrega que ha hecho esto muchas veces. Sigo la conversación, hasta llegar a la parte culmine. A las 22:19 de la noche escribo «¿a quién le tengo que depositar la plata?» Veinte minutos después mi buzón de mensajes suena. «A mí. Estos son mis datos. J. F. Cabrera, Cuenta Rut», seguido de los dígitos de su identificación.
Al igual que con J. F., entablo una conversación con otro hombre. Esta vez el precio sube a 40 mil pesos. Una vez más, solo es necesario el permiso de circulación de mi auto. A diferencia del otro sujeto, al consultarle a quién le debo depositar, este expresa que hace los tratos en persona y no vía internet. Su respuesta me inquieta más, pues deja en evidencia que ciertamente es un negocio vigente, del cual se lucra a costa de otros.

Solución: una selfie

Para ir más allá en esta investigación, me subo a un Uber, a pesar de mi aversión a ellos. El conductor es un hombre, Gastón, de unos 30 años.
—¿Le puedo hacer una pregunta?—digo y continuo ante su asentamiento de cabeza.
—¿Sabe algo acerca de las cuentas falsas? Tengo entendido que a ustedes les piden una foto antes de comenzar un recorrido.
—Sí, sí—contesta.
—¿Cada cuánto más o menos?—indago.
—Esta semana me pidieron tres veces. Aunque eso depende, cuando cambio de auto me pide altiro, también cuando no ingreso (a la aplicación) en varios días. ¿Por qué? ¿No me parezco al de la foto?—responde con una risa nerviosa.
—No, no es eso. Es que leí hace poco en internet acerca de esto y me dio curiosidad.
—Ah—balbucea, no muy convencido con mi respuesta, a mi parecer—, ¿ustedes suelen pedir Uber?
—Sí—suelta Luz, mi hermana, cuando me quedo en silencio. Pienso en una respuesta sincera y me dan ganas de reír. Si supiera.
—Regularmente, cuando salimos tarde, es más seguro.
—Así es—agrega Gastón.
—Es bueno que les pidan selfies—recalco, tragándome la ironía—, da más seguridad.

Definitivamente no todo lo que brilla es oro

¿Es seguro pedir un Uber un sábado en la noche? Está claro que la venta de cuentas no se va a detener solo porque la empresa obligue a sus socios a tomarse una selfie; sin embargo, es un paso para aminorar el tráfico que ocurre en internet. Cuando la persona no efectúa la fotografía, se bloquea la cuenta de acuerdo a los términos y condiciones establecidos.

Es así como esta aplicación está al debe con sus usuarios, no solo porque arriesga la vida de las personas al poner a un desconocido al volante, sino también porque algunos suplantan identidades. Este es el lado B de Uber, un lado oculto que pocos conocen, pues la mayoría no le da importancia a la foto del conductor o a la patente del auto. Son estos detalles los que hacen la diferencia y de los cuales debemos aprender, tal como lo hice esa mañana en Valparaíso.
Creo que, si la empresa realiza una fiscalización más minuciosa, posiblemente muchos, como yo, comenzaríamos a usar la aplicación sin sentir desconfianza o miedo.

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