Por Francisca Alvarado.- La marcha del 8 de marzo se ha vuelto un espacio de amor y protesta, donde los asistentes van con el propósito de pedir por mayor equidad para la sociedad y para el sexo femenino, pero los medios de comunicación tienden a mostrar a las grandes ciudades y se olvidan del público de los interiores en ocasiones como el día Internacional de la Mujer.
Los pueblos más pequeños tienden a ser marginados por los noticieros, casi como si no ocurriera nada, algo bastante erróneo, la emoción es igual o superior a lo que se vive en Valparaíso o Santiago.
-Puede ser tu hija, puede ser tu hermana, a la que asesinan, violan o maltratan- grita Natalia Pinochet González junto a su grupo de conocidos y a decenas de otros individuos, sus almas unidas, vibrando como una en la plaza comunal de La Cruz.
La presentación del colectivo Kuyen dio inicio a la serie de actos realizados en la calle veintiuno de mayo frente a la municipalidad, bajo la atenta mirada de los carabineros que llegaron a tempranas horas para vigilar la manifestación. Fotografías de jóvenes fallecidas por femicidios cubrían la reja de colores amarillo y verde de un metro que rodea el sitio, incluida la de Nicole Saavedra, uno de los crímenes más emblemáticos que han envuelto a la provincia de Quillota.
Las imponentes estatuas de paltas se usaron como bancos para subirse encima y así visualizar el espectáculo de la comparsa “Las Capuchas Rojas”, un homenaje con cánticos a las grandes figuras de compañeras mapuches. A continuación, le siguió un emotivo minuto de silencio por aquellas que ya no se encuentran en el mundo terrenal, provocando lágrimas a más de alguna.
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Las hermanas, Valeria y Natalia P. González, son parvularias que deciden concurrir a la manifestación para luchar por los derechos de todas aquellas siluetas femeninas en sus vidas. Gracias a la publicación en Facebook de Filomena Navia se enteraron que habría una marcha que une a tres comunas en La Cruz.
Partieron temprano a buscar a sobrinas y primas, cada una en su auto, esperando reunirse con colegas de trabajo.
-Estábamos mal, pensamos que empezaba a las once de la mañana en la plaza, na’ que ver po, era a las doce – dice Denisse Olguín a las hermanas González.
Aguardaron por casi dos horas para la llegada de la muchedumbre, que venían a pie y en bicicletas. El encuentro llenó de gritos el lugar, la exaltación por la unión se sentía en cada cuerpo, los corazones palpitando a un solo ritmo, “somos caleta, más que la chucha” resonaba por todo el sector.

Feministas luchando por igualdad, haciéndose oír con gritos y carteles en apoyo de su causa. Autoría: Francisca Alvarado.
El trayecto
Desde el final de la población comenzaron a caminar hasta el paradero para observar el porqué de tanto ruido, era la multitud de mujeres que asistirían a la concentración.
-Ya vamos, se ve prendío- le comenta Sandra Ocampo a su ahijada Bárbara. Ellas no iban a acudir porque pensaban que no iría nadie, como si fuera una costumbre de ciudad grande.
El recorrido las llevó hasta la cuarta comisaría de carabineros y una sensación de miedo se podía palpar en el aire. El sudor cubría a las jóvenes de metro y medio que rayaban las instalaciones con palabras como asesinos y abusadores.
Cortaron el tráfico por dos horas y las calles se llenaron de cánticos, siguieron la travesía sin ningún inconveniente.
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De veintiuno de mayo tuvieron que moverse al centro de la plaza, si seguían cortando el paso de autos en la calzada la policía iba a actuar.
Una de las coordinadoras, Filomena Navia, agradeció por la gran cantidad de concurrencia, y la emoción que había en los rostros de las personas era conmovedora, muchas empezaron a derramar unas pocas lágrimas cuando mencionaban a las fallecidas de la comuna cuyos casos no habían sido resueltos.
De a poco la muchedumbre comenzó a dispersarse, el encuentro terminó con un importante mensaje de persistencia, “seguiremos peleando hasta que no falte ninguna más y que los derechos de todos los individuos sean respetados”, dice Filomena.
Un año más de lucha contra los estigmas tanto de mujeres como de protestas en pequeñas ciudades. Las que han sido descuidadas por los medios de comunicación por ser consideradas insignificantes y menos valiosas, siendo olvidadas por la sociedad.