Por: Ivón Becerra Olguín
“Yo sólo quiero ser el primero, no busco nada más con esto”
En su quinto torneo, Anibal Araya logró ganar dos categorías armando el conocido cubo rubik. Sin embargo, a pesar de ubicarse en estos momentos como el mejor de Chile en la disciplina, el joven porteño no se conforma con aquellos triunfos y sueña en grande para lograr el reconocimiento a nivel mundial.
Está sentado en una de las mesas de la cafetería de la universidad, usa un sweater con gorro que cubre toda su cabeza y que lo hace parecer un chico de bajo perfil. En una de sus manos se ubica un cubo, de esos que tienen variados colores íconos de los años 80. Sin mayor apuro, observa cada uno de los seis lados del rompecabezas mecánico, y de un momento a otro, sus manos se mueven rápidamente y arman en cosa de segundos las caras del juguete. En ese instante, no hay nada más importante para él que la conexión con su cubo.
Hace tres años, en 2011, Anibal Araya conoció el famoso cubo rubik, y desde ese entonces, no se separó por ningún instante de aquel objeto que hoy lo posiciona como el mejor de Chile, desde que el pasado sábado 30 de agosto ganara el primer lugar en dos categorías del Mini Campeonato Santiago 2014. Con 43.88 segundos, se adjudicó el triunfo en armar el juguete de 4×4, y luego, con una venda en los ojos, hizo lo mismo con un tiempo de 2:21.26 minutos, pero con el de 3×3.
Hoy, con sólo 21 años y el objeto tridimensional en su mano, Anibal mira en retrospectiva al camino recorrido desde sus inicios armando el rompecabezas, así como también cuenta a cuáles son sus mayores anhelos en el futuro de esta disciplina que le ha dado más de una victoria.
¿Cómo empezó el tema del cubo?
Iba caminando hacia el liceo, y en la calle me encontré un cubo. Lo recogí, no fui al liceo, y un amigo me dijo que sabía armarlo. No le creí al principio, pero me mostró. Lo armó frente de mí y ahí quedé maravillado y lo obligué a que me enseñara, y en dos días aprendí a armarlo. Me compré después uno de feria y comencé a practicar solo.
Y no te quedaste con sólo el hecho de haberlo armado una vez…
Es que no quería que se me olvidara, y un día buscando por internet, vi un video de un tipo que lo armaba muy rápido. Quedé impresionado y dije que tenía que saber cómo lo hacía. Ahí empecé a
meterme un poco más y me tomé el tiempo, me demoraba un minuto y veinte haciéndolo, con un cubo súper penca en verdad. Viendo Youtube me motivé.
¿Y cuál fue esa motivación?
Bueno, después de que avancé, descubrí que había una página en internet donde vendían cubos caros, profesionales para competir y armarlo en el menor tiempo posible. Junté la plata y me compré el primero y aún lo conservo, gira muy rápido. De ahí, después de aprender el método básico que me enseñó mi amigo, yo decidí meterme al avanzado, de competición, y hasta hoy, desde que empecé, mi principal motivación era armarlo en menos de 10 segundos. Ese era mi objetivo. Recuerdo que la primera vez que lo logré, estaba en mi casa y le dije a mi viejo que lo había hecho y él me dijo “¿y ahora qué?” y claro, ¿ahora qué? Eso, me hizo pensar en otra motivación, otro objetivo que es competir y ser el primero, por lo que he seguido hasta ahora.
Igual es una disciplina poco conocida…
Sí, es poco conocida en el mundo, y los competidores en total en Chile son de 200 o 300, y a nivel mundial son 30 mil, nada más. No es tanta gente la que lo hace a nivel mundial, de hecho, en los campeonatos sólo participan 100 personas. No se conoce cómo un deporte y para mí sí lo es.
¿Un deporte?
Me hace pensar, y cuando estoy estresado, me relaja. Me canso también, las manos y pensar cansan, y me deja bien exhausto el hecho de competir y de avanzar cada día más y luego probarlo en un torneo y que tu ranking suba.
¿Pensaste alguna vez poder llegar a un campeonato?
No, nunca, porque al principio no iba tan en serio y lo empecé a considerar cuando ya llevaba 20 segundos. Llegué el punto que tenía que estudiar y onda, filosofar, que es crear algoritmos y aplicarlos y usar todo lo que sabes de otra forma y ya estaba bien metido. Todo va de la mano de jugar con el cubo y ser cada vez más rápido, nadie te enseña a mover las manos, te enseñan a ver más rápido el cubo, y eso te obliga a mover más rápido todo.
Las personas pasan alrededor y miran disimuladamente cómo Anibal conversa mientras sostiene el cubo en su mano. Juega con sus dedos a ordenar y desordenar los colores que cada cara del objeto posee. Vertical, horizontal y giro son los movimientos constantes. “Si no es tan difícil”, señala mientras termina de completar el lado verde.
¿Hay ignorancia acerca de esta disciplina?
Claramente, sí poh. A veces yo estoy en la universidad entrenando y alguien se acerca y se queda mirando y me pregunta que cómo lo hago y digo que estudié nomás, y que practico porque compito y me dicen que ellos nunca podrían hacer algo así, y es porque piensan que es imposible el juguete, y es difícil, pero cuando tú ya le conoces el hilo, vas a encontrar que armar el cubo es súper fácil.
¿Cualquier persona lo puede hacer?
Si quiere, sí, porque yo aquí le he enseñado a mucha gente, a amigos que quieren aprender.
¿Y no te han mirado como bicho raro por estar todo el tiempo con el cubo en la mano?
Sí, muchas veces, pero me carga decir que sé armarlo rápido porque van a pensar cualquier cosa, entonces me guardo siempre. No ando diciéndole a la gente que armo esta cuestión en tantos segundos o que voy a campeonatos. Igual acá, como paso la mayoría del tiempo en la U, me conocen como el chico rubik.
¿Y te molesta que te digan así?
No, en realidad no, porque me gusta el cubo, me llena. Esto es un hobbie para mí, no es un trabajo, no lucro con esto.
¿No te gustaría dedicarte por completo al cubo?
No, porque el hecho de que ahora haya practicado tanto para ser el número uno a nivel nacional, me motiva más, pero no para dedicar mi vida entera, pues lo tomo como un juego y lo hago todos los días.
Pero un juego que igual te ha llevado lejos…
Sí, me ha llevado a Brasil, gané ahora la última competencia donde influye la presión, las cámaras y aparte no te puedes equivocar ahí, porque todo se registra y se sube a internet, y si tú pones mi nombre en la página oficial, puedes ver todos mis fallos y mis records. Además, me ha llevado a conocer gente, cosas nuevas y conocer lugares. Por lo menos algo de fruto he sacado de tanto estudio para poder armarlo rápido… Ahora que me dices que me ha llevado lejos, nunca en mi vida pensé que viajaría para competir por el cubo y armarlo en menos de 10 segundos. El objetivo ahora es ganar y ser el primero en el ranking, mantenerme en éste y no perderme. Ahora estoy enseñando esto a mucha gente y ya tengo una persona que quiere aprender métodos profesionales.
¿Cuál crees que es el principal aporte que hace esta disciplina?
Por lo menos a mí me ha ayudado en el método de memorización, saber recordar cosas y poder retener más, sobre todo en categorías de ojos vendados. Yo tengo que retener información para poder después taparme los ojos y aplicarla en el cubo, pero para eso se usa un sistema distinto, un estudio nada que ver, porque se trata de cómo memorizar mejor, cómo retener mejor, para que cuando tú sepas, veas bien la manera de aplicarlo en el cubo.
También me ha ayudado en los reflejos, mucho, pues por el hecho de armarlo a velocidad. Es complicado de explicar, pero tus manos son más lentas que tus ojos y tienes que tener los reflejos bien desarrollados para saber qué va a venir después de cada acción.
¿Y las desventajas?
Me quita mucho tiempo el tener que estudiarlo, porque practicar lo puedo hacer en cualquier hora, pero estudiarlo requiere venir a la U y hacer lo otro, por eso me va mal en las cosas académicas. La sufro mucho en verdad y pienso que es lo peor. También pierdo tiempo, pues podría estar haciendo cualquier otra cosa como las demás personas, pero prefiero estudiar y avanzar un poco más. Me gustaría tener un amigo con quien estudiar los métodos y compartir cosas, sería más fácil para avanzar, porque si tengo alguna duda ahora, lo tengo que buscar por internet.
No lo dejas, entonces ¿se volvió como una adicción?
Sí, varias veces, pero me motiva a seguir el hecho de que he invertido tanto tiempo y estudio como para dejarlo, y me gustaría ser el primero, y cuando eso esté consolidado, estaría bueno dejarlo, hasta que llegue otra persona y me destrone, para tener nuevamente la motivación de destronarlo y volver a ser otra vez el primero. Yo soy el único de Valpo que hace esto, el más rápido tal vez, pero no lo soy de Chile.
Pero ganaste dos competencias…
Sí, en el ranking del último torneo fui el más rápido, pero si viene otra competencia y yo no voy, pierdo mi trono. Hasta ahora soy el mejor de Chile, pero en el ranking, que es distinto, estoy segundo en el 4×4. El más rápido hasta ahora, que es incluso amigo mío, hizo el record hace dos años, y ha competido como 30 veces y tiene más experiencia que yo, que estoy recién partiendo en los torneos.
“Yo sólo quiero ser el primero, no busco nada más con esto”, manifiesta el joven el mismo tiempo que señala el cubo al moverlo. “Me emociona ver a esas personas que son las mejores, pienso que si ellos puedes ser tan rápidos, por qué yo no, si voy en la mitad del camino y creo que se pueden romper marcas”, añade.
¿Te gustaría desarrollar otra disciplina o sólo te quedas con el cubo?
Antes, cuando era más chico, yo hacía magia y me encantaba. Estuve un tiempo jugando con carta, monedas y con todo tipo de magia, pero llegué a punto que me aburrió, y ya cachaba tanto que no podía saber más de lo mismo y ahí empecé con el cubo. Antes de la magia, me gustaba hacer origami y lo practicaba desde kínder. Ahora lo hago como una vez al año, pero difíciles, con papeles grandes. También lo dejé, porque hice uno de los origamis más complicados y dije “¿y ahora qué?”, hasta ahí llegó el origami. Luego me fui por la magia y me pasó lo mismo, y entró el cubo, el que me va a tener hasta no sé cuándo, porque siempre puedes ser más rápido, eso yo ya lo aprendí. Hay records que son de cinco segundos, y eso ya es algo sobrehumano porque nunca vas a tener tanto tiempo para poder llegar a un nivel así, y si lo tuvieras, necesitarías unos diez años, y si no me muero antes de ese tiempo, espero poder hacerlo.
¿Y después qué?
No sé, no sé qué vendrá después, imagínatelo. Tal vez me encuentre otra cosa en la calle.
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