\ Escrito el 12/11/2018 \ por \ en Artículos, Destacados, Sin categoría \ con 1159 Visitas

Las sombras de la Iluminación

Por Diego Olguín.- Entre lo espiritual y lo científico, lo real y lo absurdo, la organización PRÓ-VIDA realiza sus talleres de “fortalecimiento mental”. Por un día, asistí a una reunión de “iniciación”, intentando averiguar sobre el enigmático grupo.

¿De qué fuerza mayor estamos hablando? Autoría: D.O.

– ¡No sé qué hacer, no sé qué hacer! Es la primera vez que vengo.
Llevamos dos horas perdidos en la Costanera Norte buscando un desvío, y mi mamá hace rato perdió la paciencia…el estado zen le duró poco.
Hace un mes que mis padres se integraron a los talleres de la organización de origen brasileña PRÓ-VIDA (sin relación con el aborto), la cual asegura que con dichas actividades uno podría fortalecer mente, cuerpo y alma y con ello, adquirir plenitud y felicidad. Hoy, la agrupación está organizando una parrillada en su casa matriz, para celebrar el término de los talleres del nivel básico y extendieron la invitación a los familiares de cada participante. Es así como me encuentro ahora guiando a mis padres vía Google Maps, intentando llegar lo más pronto posible.

***

La casona, ubicada en La Balandra 680, en la acomodada comuna de Las Condes, resalta en el área por un enorme receptor satelital que se desprende del techo. Las rejas están completamente cubiertas, no se puede ver el patio desde afuera ni la calle desde adentro. Es un espacio construido para el aislamiento.
Al entrar nos recibe Wilma, amiga de mi mamá y la persona que la convenció de unirse al grupo. Nos condujo al patio trasero, en donde estaban los demás. Algunos conversaban en las mesas, otros permanecían a un costado en la parrilla y unos cuantos al lado de la piscina también conversando.
-¡Acá está el club de Toby, René!
Un hombre de alrededor de 40 años llama a mi viejo y, mientras mi mamá saluda a cada uno de los invitados (sabe aparentar bien el nerviosismo que tenía antes), Wilma empieza a preguntarme:
-¿Eres Diego no?
-Sí.
-¿Qué estás estudiando?
-Periodismo.
Me mira con extrañeza.
-¿En qué universidad?
-La Católica de Valpo.
-Aaaaaaah, que bueno.
Tras un momento de silencio, ella se retira a hablar con sus amigas. Mientras tanto, tomo un tiempo para pasearme por la casona, encontrándome con un mismo retrato en cada habitación, excepto en la cocina. Todas las habitaciones tienen, además, un proyector y una lámpara, cuya ampolleta es inusualmente de color azul. Además, en las piezas también se ven cruces en las paredes, aunque, que yo sepa, la organización no pertenece ni es reconocida por la Iglesia Católica. Al volver, me dicen que me están llamando donde las parrillas.
-Esteban, éste es mi hijo Diego.
Mi viejo me presenta a su amigo, un señor de lentes y pelo canoso cuyo acento español curiosamente no resalta entre los asistentes, ya que muchos son en realidad extranjeros, específicamente argentinos. Resulta que Esteban me quería convencer para unirme a las sesiones:
-Mire don Diego, a usted que tiene toda una vida por delante le convendría unirse a nuestra comunidad y guiarse por las enseñanzas de PRÓ-VIDA ¿Vio la casona?
-Eso estaba haciendo.
Acto seguido me lleva a observar de nuevo la casona, esta vez bajo su propia dirección, indicándome cosas que no entendía al principio, como que la gran antena del techo funciona para poder recibir y enviar transmisiones satelitales entre esta sede y la de Brasil, o que la luz azul sirve para tener un ambiente de meditación durante sesiones.
-Todo esto se lo debemos al Dr. Celso, el señor de los retratos. El creó la organización para difundir sus aprendizajes a aquellos que escuchen su llamado, convirtiéndonos en una gran familia.
-¿Pero qué cosas me puede enseñar?
-Eso lo verás cuando te inscribas.
-¿Y por qué se inscribió usted?
-Porque no era feliz con vida, así que cuando se me otorgó la oportunidad, no dude en tomarla.
Esa última oración me quedó en la mente una vez terminada la reunión. Quiero averiguar más.

***

-¿Puedes prestarme tu portafolio?
-¿Para qué lo necesitas?
-Para ver lo que te enseñaron.
Mi viejo me entrega su portafolio de talleres. En él se encuentra todo el material que se le entregó durante los talleres, incluyendo los folletos de ingreso. El más llamativo de todos es uno que explica cómo construir una “pirámide enérgica”. Según lo que se dijo en la reunión, el objeto serviría una vez expuesto a la luz solar por 3 horas. En ese caso podría curar tanto enfermedades estomacales, si es que mantiene contacto con el cuerpo, como también cargar baterías.
Sin embargo, eso no fue lo que me dejó más sorprendido: Resulta que existen diversos niveles de “iluminación”, existiendo diferencias según los años en los que uno está integrado en la organización, pagando mensualmente hasta por 10 años y donde uno, finalmente, se “gradúa”. ¿Pero cuánto es la cuota de ingreso? 300 mil pesos mensuales por cuatro sesiones iniciales, para luego pagar 200 mil por las sesiones siguientes.
Ahora comprendo porque había tantas personas extranjeras en la reunión. Pocos pueden pagar semejante cantidad de dinero mensualmente y por tanto tiempo. Si en verdad conocen el secreto para un mejor vivir, ¿por qué permitirle a tan pocos algo que beneficiaría a muchos? Es algo que no puedo entender cuando la gente que está en el grupo que vi es supuestamente más feliz que antes. En definitiva, la felicidad para PRÓ-VIDA tiene un precio.