\ Escrito el 18/10/2020 \ por \ en Artículos, Destacados, Sin categoría \ con 901 Visitas

Hace un año: lo distinto que fue Avenida Libertad en medio del estallido social

Por Catalina Neumann.- Desde la Plaza de Viña, el mayor lugar de encuentro de los manifestantes en la ciudad jardín, hasta el Mall Marina Arauco, el recorrido tras el estallido social fue lo que se puede llamar “pacífico”.
Al llegar al destino, después de haber caminado las quince cuadras que conforman la Avenida Libertad, el ambiente familiar que se había generado por las demandas sociales, se había terminado.
Las banderas, ubicadas en las afueras del centro comercial, fueron bajadas y rayadas con spray, para así mostrar un acto de revolución, alzándolas nuevamente, demostrando que no son tiempos de normalidad sino que de cambios, donde no podemos seguir como si nada ocurriera. Decenas de personas diariamente compran en las diferentes tiendas, mientras hay gente que marcha por una mejor calidad de vida..
La ausencia de carabineros permitió que la concentración se detuviera a un costado del mall Marina, al frente de la tienda Underarmour en 14 Norte, donde intentaron romper los ventanales.
En cosa de minutos, no solo se presentó el helicóptero de carabineros, sino que también una multitud de uniformados, que llegaron al lugar con violencia, generando peligro y lanzando lacrimógenas sin discriminación respecto de niños o adultos mayores, que se encontraban en medio de la turba de manifestantes. No solo éstos fueron afectados sin control; los vendedores y, en especial una señora, que se dedicaba a vender colaciones, necesitó ayuda para poder salir de todo ese momento donde los perdigones brotaban desde las escopetas antidisturbios.
Esta vez, nuestro paso por Libertad no fue caminando con banderas, cantos y carteles, sino que corriendo de los gases lacrimógenos y en medio de sujetos con capuchas en la cara.
Nos fuimos moviendo de vuelta a nuestro punto de inicio en la Plaza de Viña, en la medida en que los carabineros nos iban reprimiendo y donde no faltaron las barricadas que cortaban el paso para detener a los carros policiales, como el “zorrillo”, el “guanaco” o las “yutas”.
Esta vez, nuestro paso por Libertad no fue caminando con banderas, cantos y carteles, sino que arrancando de los gases lacrimógenos con capuchas en la cara, viendo el reloj a todo momento para que no fueran las 6 p.m. y comenzara el toque de queda establecido para la ciudad.

En el camino, la farmacia Salcobrand, ubicada en 4 Norte, no alcanzó a ser saqueada por la llegada de un escuadrón de policías motorizados, al que no le importó derribar con ímpetu a la gente que se encontraba en la vereda.
Era infaltable el grupo de personas que iban preparados con agua con bicarbonato en gran cantidad para así otorgar a la multitud ayuda, para poder detener y aplacar la vista del ardor del gas.
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La llegada de los carabineros nos encontró a muchos por sorpresa y correr no logró evitar el ardor en los ojos por las bombas lacrimógenas, que nos lanzaron desde el estero Marga Marga, mientras pasábamos por el puente Libertad.
Estas “bombas” impactaron a la mayoría de los jóvenes que se encontraban en el lugar en el cuerpo, ya sea piernas o espaldas, causando heridas inevitables. Algunos demostraron valentía enfrentándolas a piedrazos; el miedo apresaba a otros que solo querían salir de ahí, por si les llegaba otro impacto, especialmente, a la cara o a los ojos.
Al momento en que Carabineros lanzó estos proyectiles, sumado a balines de metal, como medio para acabar con la manifestación, dejaron marcas en el cuerpo a mucha gente que, lamentablemente, se encontraba en el lugar y en el tiempo exacto de los impactos.
Era infaltable el grupo de personas que iban preparados con agua con bicarbonato en gran cantidad para así otorgarle a la multitud ayuda para poder detener y satisfacer la vista del ardor del gas.
Los pilares de las afueras del banco Edwards fueron el refugio de muchos, ya que el asedio de carabineros era demasiado y muy violento. Nosotros nos encontrábamos sin mecanismos de defensa. No podías hacer nada más que correr y encontrar una salida por algún callejón.
Esta arteria, llamada paradojalmente Libertad, fue testigo de múltiples emociones, como sorpresa, tristeza, ira, miedo y alegría, con motivo del descontento social tras un Chile que despertó.

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