Foro presidencial se llamó al primer encuentro televisado que tuvieron los candidatos presidenciales. No podía tener otro nombre. Porque de debate, nada. Todo muy correcto, sublime, preparado, ordenado, maquillado, maqueteado, sobrio y fome; pero claro, internacional.
Al parecer, los candidatos a la presidencia habían firmado un tratado de “no agresión” antes de iniciar el debate. El formato impuesto no permitía la confrontación de ideas y en sí, no permitía debate.
El “Juaco” rompió el preparado protocolo que se había impuesto. Cuando se inició la ronda de preguntas relacionadas con la delincuencia sacó –como mago en función- una cédula de identidad que tenía un orificio de bala. Uno de los colaboradores de Tomás Hirsch le hizo un ademán a Carmona, el encargado de Lavín, como diciendo “¡¿y en qué habíamos quedado?!”.
Así de preparado estaba el foro, tanto que cualquiera equivocación se hacía notar. En la primera tanda de comerciales los asesores de los candidatos corrieron hacia ellos con papeles y consejos. Esto incluso se pudo apreciar por televisión, puesto que antes de salir a comerciales se produjo un error de continuación y la transmisión se mantuvo en el foro.
Se siguió un orden tan sublime, que cuando se terminaron de realizar las seis preguntas, aún quedaba tiempo de programación. Así que los asesores de los candidatos aceptaron la realización de una séptima pregunta, con el consiguiente nerviosismo de no haber preparado la respuesta.
Un escenario de juego
El lugar elegido para el foro fue Espacio Riesco. Pero más bien parecía una versión del programa “Quién quiere ser millonario”. Los candidatos, parados frente a un atril de no más de 50 centímetros por lado, contestaban tan correctamente y de memoria las preguntas, que muchos pensaron hasta en la existencia de un cuestionario y un telepronter.
Los tres hombres utilizaron el mismo color de corbata: rojo. Michelle utilizó un traje blanco que la hacía difuminarse con el fondo del escenario que se contraponía al rojo que tenían a sus espaldas las periodistas Glenda Umaña y Constanza Santa María. Un poco duro el contraste. Como dura y nerviosa se vio a la representante de CNN en español.
Glenda Umaña estaba nerviosa. En un par de ocasiones no pronunció bien el nombre de Hirsch y se equivocaba en ciertos datos de contexto. Parecía un poco ajena a la realidad de Chile.
Los supuestos
Pero, ¿qué habría pasado si Aucán Huilcamán hubiese participado del foro? Quizás hubiera tomado más fuerza el lema “crecer con igualdad”. O más pragmáticamente, se habría tenido que reducir el número de preguntas por candidatos.
A pesar de que el foro haya sido fome, medio formal, poca confrontación de ideas, arreglado -y según los estudios, con poca injerencia en las personas-, fue internacional. CNN fue la encargada de transmitirlo a toda América Latina. Sobre esto, algunos piensan que el interés de la cadena norteamericana de trasmitir el foro se debe a la importancia que ha alcanzado Chile en el mundo, al grado tal, de que sus discusiones presidenciales merecen ser transmitidas. Para otros más pesimistas, es sólo el reflejo de la norteamericanización de Chile.
Se calcula que un 16% de las personas podría cambiar de opinión después de la transmisión. Pero si se considera que el promedio del rating fue de 25 puntos (lo que se obtiene la mayoría de las veces a esa hora), el universo al que llegaron las ideas de los presidenciales fue reducido. Por lo tanto, no se cree que las estadísticas que se tienen hasta hoy varíen.
El “subjetivo” rating reflejó el escaso interés que despertó el foro en la audiencia. Quizás los 25 puntos se deben a todos aquellos que después de una larga jornada de trabajo no querían nada más que dormir, y agradecieron la fomedad del foro para conseguir su propósito. Los faranduleros noctámbulos, prefirieron quedarse con el incesante coqueteo entre Bosé y la Chechi.
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