Los arquetipos son un tópico bastante amplio en lo que respecta al estudio de las sociedades. Carl Jung las entendía como “órganos de la psiquis pre-racional”; ideas heredadas y eternas que encontraban su significado en la vida individual con un valor que nosotros les damos.
Si nos sumergimos en el impacto de estas imágenes dentro de la juventud, encontramos una infinidad de personajes simbólicos con los que nosotros, como jóvenes, nos identificamos por las vivencias que estos individuos viven en su día a día. Entre ellos, destaca Matías Vicuña, el protagonista de “Mala Onda”, de Alberto Fuguet.
Vicuña corresponde al arquetipo del “niño rico acomplejado” que también puede apreciarse en la novela “Less than Zero” en el personaje de Clay. En estas obras, se presenta una imagen del adolescente que es dueño de una vida repleta de lujos, drogas y promiscuidad, elementos que lo han hecho insensible y poco empático con sus dilemas personales en cuanto a relaciones familiares, sentimentales y el sentido de la vida.
A lo largo de la novela, Vicuña no se conecta con el lector por las posesiones y “triunfos” que logra, ayudado por su clase socioeconómica, sino que por la falta de rumbo que tiene su vida, observación que se le puede realizar también a la del personaje principal de “El guardián entre el centeno”, Holden Caulfield, en el cual Fuguet se inspiró para retratar a Matías.
Dicho esto, es posible decir que este arquetipo no solo nos retrata a nosotros, jóvenes, como personas envueltas en una faceta caótica y regida por una complejidad de problemas ligados a una falta de sentido, sino que potencia una advertencia que el autor intenta dejar con este personaje: la intensidad y vacío por una falta de sentido en la salud mental en la adolescencia.
Por más que se trate de un ente ficticio, Fuguet otorga una descripción cruda hacia los vicios y dilemas cortopunzantes que los adolescentes viven sin puntos rosas y una distinción bastante negativa al respecto, hasta el punto de ser autoconsciente; llegamos a un grado en el que se puede decir que, más que un arquetipo, es un retrato sólido y preciso de una gran parte de la población juvenil de Chile y el mundo. En el fondo, de llegar a estar en las mismas circunstancias, todos nosotros (los jóvenes) podemos ser un Matías Vicuña en vida, independiente de que seamos millonarios o no.
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