Por Matías González Olguín.- En el bus, todos conversan de la vida, pero yo miro por la ventana el paisaje que calma el disgusto de visitar mi futuro descanso eterno. No conocía este sector, me sentía en California cuando íbamos por el puente sobre el borde costero. Los cerros son verdes y las olas chocan contra ellos, un lindo espectáculo natural. Las gaviotas vuelan alabando a la libertad, una que desean los reclusos de la cárcel cercana. Al llegar a nuestro destino, mis compañeros cambian su semblante. Hay risas tímidas, muestras
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