\ Escrito el 19/11/2010 \ por \ en Artículos \ con 1482 Visitas

Vidas twitteras: adicción a 140 caracteres

¿Qué podrían tener en común dos personas que no se conocen, que viven en distintas ciudades, que tienen gustos absolutamente distintos y que ni siquiera tienen noción de la existencia del otro? La respuesta es simple y clara: Twitter ha revolucionado sus vidas.

Por Paulina Yáñez.

Una parte de esta historia la protagoniza Rodrigo Olivares, un estudiante de San Pedro de La Paz, amante de las redes sociales y que es conocido en Twitter bajo el nombre de @offstrings.

Aunque Rodrigo no se considera adicto a esta plataforma, sí se declara “amante y fanático de Twitter, pero de una forma controlada”. Y es que un día normal en la red para este twittero del sur de Chile empieza en el momento en que abre los ojos. “El computador lo dejo prendido toda la noche. Cuando me despierto, lo único que hago es twittear ¡Diablos! ¡Me desperté! y luego sigo durmiendo”, declara el joven de 21 años.

La rutina continúa con la sesión de Twitter abierta hasta las 7:20 de la mañana, hora en que Rodrigo suele salir de su casa en dirección al instituto donde estudia. Es en ese momento cuando el teléfono móvil cobra más utilidad que nunca, pues le permite twittear sin descanso desde el paradero o, incluso, desde el propio bus que lo lleva a clases.

Una vez estando dentro de la sala, la historia es la misma para el resto del día: notebook o celular, da igual. Lo importante es seguir conectado y comentando lo que sea que esté pasando en Twitter. En total, un promedio de 50 tweets por día hechos por la cuenta de @offstrings.

A kilómetros de distancia, en Santiago, se encuentra Beatriz González, una estudiante de magíster que en la red twittera es conocida como @Beaorgana. A pesar de que ella asegura que no twittea tanto como otros usuarios (“sólo unas nueve o diez veces al día”), reconoce que sí le afectaría el hecho hipotético de que Twitter dejara de existir. “De verdad sentiría el vacÍo de Twitter. Ya es una parte automática de mí. Cada vez que prendo el computador, abro el mail y Twitter”, comenta Beatriz.

Probablemente, para muchos resulte incomprensible el grado de fanatismo y adhesión que tienen las redes sociales, particularmente Twitter. ¿Qué tiene de especial esta plataforma que la hace tan popular y adictiva entre sus usuarios? Para Beatriz, la respuesta está en que Twitter es una red social mucho más directa y automática. “140 caracteres te sirven para resumir horas de tu vida, para avisar algo o para comentar una noticia. Me gusta que la interacción sea más rápida y lo encuentro súper ordenado”, declara esta usuaria, justificando la raíz de su fanatismo.

Por otro lado, Rodrigo, el joven sureño, agrega que le ha tomado un cariño especial a Twitter. “Uno twittea y, aunque nadie te responda, ni nada, sientes que diste tu opinión, que dijiste algo y que está ahí”, comenta Rodrigo, emocionado al hablar de esta red social, un tema que le apasiona.

Twitter sin respeto

A pesar de lo encantados que están ambos con las maravillas que ofrece Twitter, también reconocen que hay cosas que ocurren en esta plataforma que son molestas, todas vinculadas a la vida personal de cada uno de ellos. “A veces twitteo cosas y mi hermano se las cuenta a mi madre, como cuando algo no me resulta o cuando me estoy enfermando. Se me olvida que tengo a un familiar sapo dentro de mis seguidores y cuento cosas así nomás. Ahora debo pedirle que no le cuente”, dice entre risas Beatriz, dando a entender que tampoco es una situación tan desagradable.

Mucho más serio, Rodrigo es claro en afirmar que en redes sociales como Twitter el respeto por el otro se pierde totalmente. “La gente simplemente tira palabras porque supuestamente somos libres de expresar lo que queremos, pero eso tiene que tener un límite. Una vez dije que no estaba de acuerdo con el matrimonio homosexual. Me trataron de traumado , decían que parecía que me hubiesen violado cuando chico, que por eso pensaba así”, cuenta, molesto, Rodrigo.

Después del tiempo de los descargos, volvieron las sonrisas, las anécdotas y la defensa de Twitter como un espacio que les ha cambiado la forma de relacionarse con los demás. Rodrigo asegura que no conoce ni a la mitad de los twitteros a los que sigue, pero afirma que a través de esta plataforma comienza a ubicarlos, a saber cómo piensan y qué hacen. De ahí surgen debates, conversaciones entretenidas que finalmente derivan en una amistad virtual.

En cuanto a Beatriz, ella es capaz de notar la diferencia entre su vida antes y después de la creación de su cuenta en esta red. “Twitter ha hecho que tenga una relación mucho más cercana con amigos. Además, ahora hablo con mi hermano mucho más que antes”, reflexiona.

Cuando se cierra la sesión

Al final del día, tanto Rodrigo como Beatriz saben que, aunque hubiesen estado toda la tarde solos en casa, han podido expresar lo que piensan y ser escuchados (más bien leídos) por cientos de desconocidos que encuentran en Twitter una tierra común.

La hora de dormir es quizás el único momento en el que estos fanáticos del twitteo dejan descansar su teclado, un claro reflejo de la dependencia que se establece entre el usuario y la red, y que en muy pocos casos como el de Beatriz- es explícitamente reconocida. “Soy totalmente dependiente de Twitter, es una de las pestañas que siempre tengo abiertas en Firefox y revisar las actualizaciones es una de las primeras cosas que hago al prender el computador”, asume Beatriz.

Reconocido o no, lo cierto es que el fanatismo por redes sociales como Twitter está creciendo a pasos agigantados en Chile. De hecho, los chilenos son los que tienen el consumo más alto de este tipo de redes en todo el continente americano, cifras que no dejan de sorprender a nadie.

Rodrigo y Beatriz no se conocen. Jamás han cruzado una sola palabra, pero hay algo que los une más que cualquier otro tipo de vínculo: ambos son dependientes de Twitter. ¿Una nueva adicción, entonces? Eso júzguelo usted mismo.

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